
La soledad que te entrega una mañana, no se compara con nada imaginable del mundo,
Es ahí donde me encuentro a mi mismo, donde puedo editarme y pensar,
Donde dejo de formar parte del todo, para ser parte de mi mismo,
Donde no exigen nada y soy mi propio dios.
Tal vez mi mente se seque, y no tenga nada que escribir,
Pero tal vez la pureza de una mañana, sea la extrema agresión que necesites,
Para socorrerte en esos días en que perdes el control, y no podes ver tu rostro en el espejo,
Solo déjate llevar por el algodón que vuela por los aires, y mantente cerca de mí
No me dejes.
Ya que con tu mirada, podría conquistar todas esas mañanas, de extrema agresión,
Que me golpean con noticias que mi corazón no quiere ver,
Solo, sentado en la lapida que lleva mi nombre, como un espíritu salvaje,
Contemplar esa mañana, que valles, ríos y montañas, al cielo me dejan entrar.
Aun sigo vivo, y no lo puedo creer,
A veces, no tenes amigos, o personas que te contenga,
Para sacarte todo lo que tenes adentro y devolverte un día de calor,
Te asusta la soledad, por más que aparentes estar acostumbrado, te aterra,
Pero tratas de alimentarte de lo que te duele, para que nunca más vuelva a doler.
No se por que, el pensar que la muerte, es el único destino mas correcto para mi,
No puedo ver un futuro, solo este final oscuro,
A veces una gran herida abierta, se cierra con el odio mas frió y oscuro,
Ya que no queda la bondad y la buena onda, para restaurarse con el tiempo.
La frustración es intoxicante, el dolor es sofocante,-tan solo como hoy-,
La confusión es inevitable, y la verdad hiera a la razón,
Abre los brazos, cierra los ojos, deja que el frió de la mañana entre en tus pulmones,
Aspira hondo la naturaleza de una extrema agresión
Baja los brazos, abre los ojos, y camina por la tierra, como un ser humano.
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